Biograf a de
Joaqu n Sorolla

(Valencia, 27 de febrero, 1863 - Cercedilla, 10 de agosto, 1923)

Autoretrato

Autorretrato

Sorolla es el mayor exponente del impresionismo español, con una interpretación basada en el protagonismo absoluto de la luz y en el movimiento de las figuras. Los cambios de intensidad de la luz pueden modificar los colores y difuminar las formas. Los colores son puros, sin mezclas, con pinceladas cortas y yuxtapuestas que aumentan la luminosidad.

Según Sorolla, «El arte no tiene nada que ver con lo que sea feo o triste. La luz es la vida de todo lo que toca, por tanto cuanto más luz en la pintura más vida, más verdad, más belleza». El protagonismo lo tiene siempre la propia técnica luminista y su dominio del dibujo y del color para producir efectos de luz. Su prodigiosa retentiva le permitía hacer obras de gran formato en las que retenía la luz y el movimiento de toda la escena de un momento fugaz.

El término «luminismo» fue creado en 1945 por John Baur, director del Museo Whitney de Nueva York, para calificar un tipo de pintura paisajística estadounidense de mediados del siglo xix en la que es especialmente importante el estudio de la luz, por lo que algunos autores han propuesto el término «sorollismo» para calificar su obra.

Desde su juventud, se interesó también por la pintura al aire libre, con la que trataba de captar la luminosidad mediterránea, tanto en la huerta valenciana como en la playa, al igual que hicieron los impresionistas franceses. Entre sus temas preferidos, destaca su dedicación al paisaje levantino, de ambiente costero, siempre con presencia humana, que plasma con un protagonismo absoluto de la luz.

La obra de Sorolla sorprende por su fecundidad: casi tres mil cuadros y más de veinte mil dibujos y apuntes. Si bien se observa en ella la estética impresionista, no cabe duda de que el estudio de Velázquez y Goya influye en su diseño de los temas. En sus escenas valencianas de la playa y pesca muestra una técnica de mancha gruesa que capta la vibración lumínica del cielo mediterráneo, en las velas desplegadas, en las arenas y, sobre todo en los cuerpos húmedos de los niños.

oaquín Sorolla y Bastida nació en Valencia, hijo de Joaquín Sorolla Gascón y de María Concepción Bastida Prat. Nace en un barrio de pescadores, hecho que probablemente haya influido en su pintura por los varios cuadros que ha realizado con este tema. Un año después, nace su única hermana, Concha Sorolla. Ambos niños quedan huérfanos en 1865, cuando sus padres mueren por una epidemia de cólera y son criados por sus tíos maternos.

Su tío era cerrajero por lo que pretendió enseñarle el oficio a su sobrino desde pequeño, pero aunque este hacía su trabajo, centraba su interés en dibujo. Por indicación del director del centro de segunda enseñanza donde concurría Joaquín, su padre adoptivo lo matricula en las clases nocturnas de la Escuela de Artesanos de Valencia en 1876. Dos años más tarde, teniendo en cuenta su aptitud para la pintura, se matricula en la Escuela Superior de Bellas Artes de Valencia. Comienza así la etapa de formación de Sorolla.

En esta etapa de formación, se muestra ya como un pintor realista, muy influenciado por los pintores valencianos de marinas, Rafael Moleón entre ellos, aunque todavía no ha definido su estilo.

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Marina, 1880

En 1881, termina sus estudios y conoce al pintor Ignacio Pinazo, que acaba de regresar de Italia, trayendo una nueva forma de tratar la luz en base al tratamiento de la mancha, coincidiendo así con el impresionismo en la búsqueda de los efectos luminosos. Sorolla adopta el estilo.

En la Academia, conoce otro alumno cuyo padre era Antonio García, fotógrafo prestigioso, que le da trabajo como iluminador de fotografías. Esta relación tendría repercusión en su vida personal ya que Antonio García es el padre de quien más tarde se convertiría en su esposa, Clotilde García.

En 1881, envia a la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid, tres marinas valencianas.

En 1884, la Diputaci n Provincial de Valencia convoca a un concurso de pintura al que se presenta Sorolla para la obtenci n de una beca en Roma y poder as perfeccionar sus estudios. El tema obligatorio era la Guerra de la Independencia de 1808, y Sorolla presenta El crit de Palleter, en el que Sorolla representa al h roe nacional, el vendedor de paja, animando al pueblo a sumarse a la insurrecci n contra Napole n. El cuadro convenci al jurado por lo que obtuvo la beca, traslad ndose a Roma a comienzos de 1885.

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El crit de Palleter

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Moro con naranjas, 1885

En Roma, se interesa en los grandes maestros del Renacimiento italiano y tambi n en la obra de Mariano Fortuny, cuya influencia orientalista se refleja en su obra Moro con naranjas.

Recorre Italia y se llega a Paris donde se impresiona con la obra de Jules Bastien-Lepage por su realismo y denuncia social. Tambi n conoce all al alem n Adolf Menzel, cuya obra llena de brillantes colores se pod a comparar con la de Salv y la de Pinazo.

Al volver a Italia, adquiere la pincelada larga que ser a caracter stica de su obra posterior, como por ejemplo en El entierro de Cristo, que fue presentado en la Exposici n Nacional de 1887 y que fue criticado por prestar m s atenci n a la luz del atardecer que al drama sacro. Lamentablemente no se conserva la obra que fue destruida por Sorolla en un ataque de ira a causa de esas cr ticas que recibi . Solo hay un peque o esbozo preparatorio y cuatro fragmentos que se pudieron recuperar en el a o 1979 de los s tanos del Museo Sorolla.

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Bosquejo de El entierro de Cristo, presentado en la Exposici n Nacional de 1887

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Fragmento perteneciente al cuadro El entierro de Cristo, corresponde el fragmento a la parte superior de la derecha, junto a la cabeza de San Juan, que se insin a en el ngulo inferior izquierdo

En 1888, consigue que la Diputaci n de Valencia le prorrogue por un a o m s su estad a en Italia. Para ello envi la obra El padre Jofr protegiendo a un loco.

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El padre Jofr protegiendo a un loco, 1887

En septiembre de 1888, regresa a Espa a para contraer matrimonio con Clotilde Garc a del Castillo, hija del fot grafo Antonio Garc a.

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Clotilde en traje de noche, 1910

La pareja regresa a Italia, en donde permanece en Asís hasta 1889, año en que finaliza la beca.

De regreso a España comienza su etapa de consolidación como artista, en la búsqueda de su estilo propio. Un estilo que si bien reconoce similitudes con el impresionismo, tiene algunas diferencias como las pinceladas largas y no cortas como la de los impresionistas. Además utiliza el negro, considerado un «no color» por ellos. En Sorolla el tema costumbrista es fundamental, además de la luz, mientras que para los impresionistas lo único importante es la luz. Es más un pintor ligado al naturalismo de finales del xix que se vale de la luz y del color para ofrecernos la realidad.

Junto a su mujer Clotilde se instalan en Madrid buscando mejores oportunidades artísticas.

Una obra importante de esta etapa madrileña es ¡Otra Margarita! con lo que consiguió la primera medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1892. Recrea una escena que el artista vio en un viaje: una madre infanticida conducida a la prisión por una pareja de la Guardia Civil en un vagón de ferrocarril. Es de destacar el dramatismo del tema, acentuado por las expresiones y gestos de los protagonistas. La luz juega un papel muy importante en la composición. Para realizar este cuadro alquiló un vagón de tren de tercera clase durante quince días.

Along with his wife Clotilde, Sorolla moves to Madrid looking for better artistic opportunities.

An important work from this period in Madrid is Another Marguerite!, which earns Sorolla the first place medal at the National Exhibition of Fine Arts of 1892. The work recreates a scene that the artist saw on a trip: a mother who murdered her child being taken to prison in a train car by a pair of military policemen. The drama of the scene stands out, accentuated by the expressions and gestures of the characters. Light plays a very important role in the composition. To complete this painting, Sorolla rented a third-class train car for fifteen days.

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Otra Margarita!, 1892

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Trata de blancas, 1894

Aparece una pintura costumbrista, que se va definiendo dominada por la luz, representando escenas de la vida cotidiana de pescadores o campesinos, que interesaban a la alta burgues a.

El realismo social tambi n se refleja en Trata de blancas que representa a unas muchachas durmiendo en una estaci n de ferrocarril.

Pint el cuadro A n dicen que el pescado es caro! con el que obtuvo la primera medalla de la Exposici n Nacional de 1895 y que fue comprado por el Estado Espa ol. La escena muestra a un joven pescador tendido en el interior de la barca ayudado por dos compa eros: uno lo sujeta por las axilas y el otro le limpia la herida con un pa o. En esta obra abandona el estilo luminista y se adapta al realismo acad mico aunque mantiene importantes contrastes de luces y sombras. Los gestos de los pescadores son de gran expresividad. Los colores son oscuros y terrosos seg n la tradici n aunque tambi n introduce tonalidades verdosas y azuladas.

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A n dicen que el pescado es caro!, 1895

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La vuelta de la pesca, 1894

Pintado en la misma fecha que la obra precedente, con este lienzo Sorolla se encuentra, no solamente a s mismo, sino tambi n a la luz que tanto ansiaba y que hab a perseguido, fren tica y constantemente, desde el principio en As s. El lienzo supuso uno de los primeros triunfos internacionales. Al ser adquirido por el gobierno franc s, con destino al Museo de Luxemburgo tras, haber sido premiado, con Medalla de Segunda Clase, en el Sal n parisino de 1895. Con esta obra plasm su ideal pict rico.

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Pescadores valencianos, 1895

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Madre, 1895

En 1895, nace en Valencia su hija menor Elena, lo que le llev a interesarse por el tema de los ni os, que a partir de este momento explot de forma continuada con gran xito. Madre representa a Clotilde y Elena, aunque el cuadro fue pintado en Madrid y el modelo fue en realidad su sobrino reci n nacido. Es una composici n muy sencilla pero muy efectiva, mostrando con los tonos azulados del rostro de Clotilde la fatiga tras el parto. La ni a en cambio tiene tonalidades rosadas que producen un efecto de resplandor. La luminosidad proviene del lecho, una masa algodonosa de luz clara que se recorta sobre una pared gris claro. En el cuadro predomina una reducida gama de grises, y para dar la sensaci n de volumen utiliz tonalidades amarillas y verdosas, t cnica poco frecuente en su obra que suele tener m s colorido. A partir de este momento las representaciones de su familia, en las distintas etapas de su vida, ser n frecuentes.

En esta etapa tambi n fue decisiva la intervenci n de su amigo Aureliano Beruete que le sugiri trabajar como retratista porque podr a obtener mucho xito, y as sucedi . Goz de gran prestigio y fue solicitado por personalidades del mundo de las finanzas, las artes, la pol tica, etc., para que le hicieran retratos. Este fen meno se produjo en los primeros a os del siglo xx, que es cuando los retratos de Sorolla se ponen de moda en Madrid.

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Mis Hijos, 1904

Raquel Meller, 1918

Raquel Meller, 1918

La caracter stica que define todos los retratos de Sorolla es la familiaridad con la que representa a sus modelos, mostr ndolos al espectador como si este le conociera. Siempre intenta que la atenci n se centre en el rostro, generalmente m s iluminado para contrastar con el traje y el fondo. Existe una importante base dibuj stica pero la pincelada es suelta. Los detalles dejan paso a la luz y a la expresividad, como ya hab an hecho los grandes maestro del barroco espa ol, sobre todo Vel zquez, cuya obra hab a estudiado con atenci n.

A estos retratos solicitados por los clientes particulares hay que a adir los de la Hispanic Society. Antes de pedirle Las regiones de Espa a, Huntington hab a encargado a Sorolla una serie de retratos de espa oles c lebres para la biblioteca de la instituci n que hab a fundado. Este conjunto, que se conoce con el nombre de Galer a iconogr fica de espa oles ilustres , fue increment ndose, entre 1909 y 1920, con leos de personalidades contempor neas a Sorolla vinculadas al mundo de las letras y de las ciencias, algunos de ellos destacados miembros de la Generaci n del 98.

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Retrato de la Sra. Traumann

Portrait of Dr. Joaquín Decref y Ruiz, 1907

Retrato del Dr. Joaqu n Decref y Ruiz, 1907

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Encajonando pasas, 1901

Al mismo tiempo se volvi un artista cosmopolita, viajando por Europa y relacion ndose y trabando amistad con los grandes pintores del momento, incluyendo las vanguardias. En J vea verane tres a os, y como era un trabajador infatigable aprovech este tiempo de descanso dej ndonos numerosas obras, entre las que destacan: Cabo de San Antonio, Isla del Cap Mart , J vea (1905), Nadadores, Encajonando pasas de 1901, Noria de J vea, Naranjos de Alcira, Barca en la albufera, etc.

Su deseo de no estancarse en un nico tema le llev tambi n a recorrer Espa a buscando nuevos matices de luces y nuevos coloridos distintos de la playa de Valencia, cosa que realiz en los a os siguientes, tomando apuntes de tipos humanos y de paisajes muy variados.

En 1903, pinta Sol de la tarde, que seg n Sorolla era el mejor de sus cuadros, y tambi n Verano. Se observa en las obras la luminosidad, colorido y fuerza expresiva. El color presenta fuertes contrastes de amarillos, azules ultramares y esmeraldas y crea sensaci n de gran realidad. Las sombras se representaban por medio de tonos azulados y violetas como los impresionistas pero no adopt la pincelada corta ni renunci a la mezcla de colores en la paleta tal como puede apreciarse en El bote blanco.

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Sol de la tarde, 1903

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Verano

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El bote blanco, 1905

En solo cinco meses de 1906 pint diecisiete retratos. Entre los personajes que posaron para l estaba la familia real lo que demuestra c mo hab a crecido su popularidad. Los retratos de Maria Cristina de Habsburgo y su hijo el futuro Alfonso XIII los realiz por encargo del Ministerio de Asuntos Exteriores, y en 1907, por petici n de la propia familia real, realiz sus retratos en la Granja de San Ildefonso.

En 1911, el hispanista norteamericano Milton Huntington encomendó a Joaquín Sorolla un encargo muy especial que le ocupó los últimos años de su vida: la decoración de una gran estancia rectangular de la Hispanic Society, que fundó a principios del siglo xx con el objetivo de dar a conocer la cultura española en los Estados Unidos, con una serie de paneles que ilustrarían las distintas regiones de España, mostrando su peculiar carácter a través de sus paisajes y sus gentes.

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Jura Mar a Cristina de Habsburgo

La sala, en principio fue proyectada para ser una biblioteca, finalmente quedó convertida en la «Sala Sorolla», con catorce paneles de gran tamaño, pintados al óleo, y montada póstumamente en 1926. Esta serie que Sorolla empezó a esbozar en 1911 quedó concluida en 1919 y su ejecución llevó al artista a viajar por toda España pintando y tomando apuntes durante los ocho años que duró la creación del trabajo.

En 1913, aunque no dejó de usar algunos de los cuadros de tipos, empezó a pintar los paneles directamente del natural; ese año hizo el monumental La fiesta del pan (Castilla). Durante el año siguiente realizó cinco paneles, Los nazarenos (Sevilla), La Jota ( Aragón), El concejo del Roncal (Navarra), Los Bolos (Guipúzcoa) y El encierro (Andalucía). En 1915, pintó cuatro más; el año siguiente, 1917, solamente un panel, El mercado (Extremadura). Entre noviembre de 1918 y enero 1919 hizo El palmeral (Elche) y finalmente ese mismo año 1919 pintó el último de los paneles La pesca del atún (Ayamonte).

En total, es una obra colosal que ocupó los últimos años de su vida activa; el mismo la consideró «la obra de su vida» llamándola exactamente con ese nombre en distintos escritos que se conservan.

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La fiesta del pan, Castilla

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La fiesta del plan, Castilla

El 29 de junio de 1919, desde Ayamonte, mand un telegrama a su familia comunic ndoles la terminaci n del ltimo cuadro. Lamentablemente no puede asistir a Nueva York para el montaje de los paneles porqu el 17 de junio de 1920 sufre un ataque de hemiplejia. Su enfermedad le impidi entregar la obra ni cobrar lo que se hab a estipulado. Habr a que esperar la muerte del artista el 10 de agosto de 1923 y la resoluci n de lo que se hab a relacionado en el testamento para que la Hispanic Society of America liquidara el contrato firmado en 1911 por lo que reci n el 16 de enero de 1926 se inaugura la Sala Sorolla.

En Estados Unidos y en Europa, cambiaron los rumbos, y la pintura del valenciano qued al margen de la nueva moda. Reci n en este siglo xxi es cuando vuelve a afirmarse con m s potencia.

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